«El amor nunca aleja» parece una afirmación bastante obvia, sin embargo, a lo largo de nuestra vida dudamos de ello. Pongamos un par de ejemplos… Se acerca Perico y te dice: «Siento que vivir la Fe dentro de casa me aleja de mi familia… Y llevar una vida enfocada en amar a Dios solo genera conflicto con mis padres y siento que cada vez estoy más lejos de ellos». Más tarde se acerca Manolita y te dice: «Cuando estoy con mi novio me encuentro muy bien, pero cuando estamos juntos muchas veces los gestos, las caricias se hacen más grandes y nos lleva a sobrepasarnos y a no vivir un noviazgo «cristiano». Siento que cuanto más quiero a mi novio, más me alejo de Dios».
Perico y Manolita se encuentran en una situación peliaguda, para ellos el «amar bien» está en peligro. Se encuentran en situaciones en las que aparentemente se confrontan el amor a Dios y el amor a los demás. Pero en el trasfondo que está ocurriendo… si, el amor nunca aleja, y me estoy alejando entonces… NO ESTOY AMANDO, o por lo menos no plenamente. Quizás puede ser duro pensar esto, pero no nos quedemos con la negativa. Esto significa que puedo amar de una manera mucho más grande, mucho más plena… Una manera en la que el verdadero amor me acerque a Dios al igual que a mi familia, a mi pareja, a mis amigos…
Empecemos con Perico. Perico siente que cuanto más ama a Dios, más se aleja de su familia. Aquí hay dos realidades claras, la primera es que Dios ha escogido a tus padres para ti y a ti para tus padres. La segunda es que el amor de Dios desborda. Este enfrentamiento que tiene Perico puede parecer que aleja pero en realidad lo único que muestra es la lejanía que ya había. Perico empieza a ser libre en su familia y descubre que hay una distancia enorme entre lo que él es realmente y lo que sus padres esperan de él. Realmente, no se ha alejado simplemente ha tenido la oportunidad de contemplar la distancia que hay. ¡Pero no queda aquí! ¡¡PERICO NO TE DESANIMES!!. Ahora que estás siendo libre en tu familia, puedes empezar a acercarte de verdad y adentrarte en una aventura maravillosa con tu familia. Poco a poco irás descubriendo lo maravillosa que es tu familia e incluso tu familia podrá disfrutar del regalo que es tenerte. ALERTA: Antes de continuar cabe recalcar una detalle importante. Obedecer a tu familia, seguir las normas de casa, respetar a tus padres… etc. También es amar a Dios y esto no se puede olvidar. Dios no nos lleva ni a desobedecer ni a huir. Dios nos invita a amar en la obediencia.
Manolita… Manolita tiene un marrón interesante. Pero tiene la misma conclusión que Perico. No está amando plenamente. A veces nos puede pasar que confundimos amar con complacer. Confundimos amar con sentir. El amor es mucho más grande. Y no existe amor grande si Dios no está de por medio. La lejanía con Dios, pone de manifiesto la distancia que hay entre ella y su novio. Manolita se encuentra con la oportunidad de descubrir el gran misterio de la castidad. Como la castidad es la mejor manera de amar a su pareja. En esta situación toca otra vez ser valiente, y adentrarse en esta experiencia de castidad. Aunque no sientas que la castidad no te une a tu pareja, sin embargo te une aún más. Si «midiéramos» la calidad de nuestro amor en función de lo que entregamos… La castidad proponer entregar al otro algo mucho más grande. Entregas al amor, a la unión con el otro: tus sentidos exteriores, tus emociones, tus pensamientos, tu entendimiento y tu voluntad. Con la castidad quitas la barrera de entregar meros gestos y entregar algo todavía más profundo en tu corazón. Con la castidad Manolita puede descubrir que hay una manera mucho más grande de amar a su pareja y que les va a unir de una manera mucho más grande.
Estos dos ejemplos engloban de una manera u otra dos de las principales heridas del mundo actual. Intentar amar sin ser yo mismo y absolutizar el amor al sentimiento. Dios nos llama a un AMOR gigantesco…. a un AMOR inmenso… a un AMOR que sobre pasa lo natural.
Dios nos llama a vivir un AMOR DIVINO. ( No te conformes con menos )