Una mirada… ¿A quién no le habrá cambiado el corazón una mirada? ¿A caso no hay miradas que transforman? Que importante la mirada y qué pocas veces le prestamos atención. Nos centramos tanto en hacer o deshacer que dejamos de poner la mirada en lo verdaderamente importante. A veces simplemente un cambio de mirada es lo necesario para llegar a una solución… viendo el mundo de otra manera, la cosa cambia. Es muy importante mirar el mundo como lo mira Dios!
Pero… ¿Cómo me miro a mi mismo? ¿Me miro como me mira Dios? ¿Me miro bien? ¿Miro mi vida, mis acciones, mi manera de pensar, de actuar… de la manera adecuada? ¿Veo la grandeza de Dios en mí? Me sorprende pensar todas las veces en las que he visto a Dios en los demás o en la creación… ¡ Y no me doy cuenta de que está en mí! ¿A caso no soy creación suya? Y si soy obra de Dios… ¿A caso no voy a estar bien hecho?
Dios es grande, muy grande. Mucho más de lo que muchas veces pensamos. Dios nos ha creado bien. Dios nos ama de verdad y por eso nos ha creado para la alegría. ¡¡PARA VIVIR FELICES!!
«Ya Ignacio… pero esto… suena muy bonito… pero cómo voy a vivir feliz… cómo me voy a mirar como me mira Dios…» Esto mismo me decía yo a mí mismo ayer. Y esta inquietud se la puse delante a Dios y le pregunté: ¿Señor, por donde tengo que empezar para mirarme como tu me miras, para amarme como tú me amas? Y me respondió de una manera muy clara. «Empieza por dejarte amar por mí. Déjame mirarte» La mejor manera de amarnos como Dios nos ama empieza por dejarnos amar por Él. Es IMPOSIBLE amar al que no se deja amar.
Como decía al principio, hay miradas que transforman. Y la mirada que más transforma es la mirada que ama. Hablando con un sacerdote le hacía esta misma pregunta… ¿Cómo puedo mirarme como Dios me mira? Y me dio una respuesta muy clara: «Lo primero es que es una Gracia de Dios. Pero puedes empezar contemplando a Dios. Ver como mira Jesús en las escrituras. Y así poco a poco ir conociendo la mirada de Dios». Pues ahora con más motivo. ¡Cristo a resucitado! Que mejor mirada que la del resucitado. Estos días me aventuro a contemplar las apariciones de Jesús resucitado en la biblia. Y mirarle a Él y con insistencia pedirle:
Oh Dios! Tu que miraste el corazón de Pedro y veías más que sus negaciones. Tú que mirabas a las mujeres tristes en el sepulcro y las alegraste. Tú que te acercaste a los discípulos de Emaús para transformas sus vidas. Te pido que de igual manera me enseñes a mirarme. Mirar mi corazón como a Pedro, alegrarme como aquellas mujeres y transformar mi vida con la mirada de tu amor. Que aprenda a valorarme y amarme como tú me amas, de tal manera que sirva de testimonio de tu amor y así valorar y amar al mundo como tú lo haces. Amén.
CRISTO A RESUCITADO!!!
ALELUYA