Hoy me he levantado muy optimista. Hay días en los que podemos darnos cuenta de que todo momento es una oportunidad más para crecer. Todo lo dispone Dios de tal manera que va a sacar el máximo provecho si le dejamos. Aunque no nos demos cuenta, muchas veces tenemos la oportunidad de cambiar algo, de actuar de una manera distinta. Si prestamos atención, en cada segundo podemos encontrar algo nuevo. Algunas veces es un acercarse a hablar con alguien. Otras preguntar a la persona con la que estás algo concreto. Compartir algo que lleves en el corazón. Mirar a los ojos. Pararte un momento a rezar… O incluso cosas más cotidianas: ponerte a trabajar, mandar algún correo, hacerte un resumen…

A cada minuto de nuestra vida somos responsables de a qué dedicamos nuestro tiempo. Somos responsables de escoger que queremos hacer. Cómo queremos mirar. Cómo queremos enfrentarnos a cualquier circunstancia. Es cierto que tenemos mil de condicionantes en nuestra vida, hay responsabilidades que no podemos desatender. Limitaciones que no nos permiten hacer siempre lo que quisiéramos. Hay cosas que se escapan de nuestras capacidades. Pero nunca debemos olvidar que Dios nos ha hecho libres. Todas estas limitaciones, responsabilidades… Son CONDICIONANTES, y solo condicionantes. No nos podemos resignar a lo fácil, no podemos vivir en un conformismo en un «así es suficiente» «a mí con esto ya me vale…». Hemos sido creados para algo mucho más grande. El papa Francisco nos dice que soñemos, que deseemos cosas grandes, para poder ensanchar el corazón para lo que nos va a regalar Dios.

Somos los únicos responsables de vivir como queremos vivir. Y con esto no quiero dar un mensaje MisterWonderfull… sino todo lo contrario. Es un incentivo, una llamada de atención a darse cuenta del regalo que hemos recibido que es la libertad. La libertad de poder amar y de cómo amar. Si yo mismo me conformo con poco… como puedo esperar dar algo grande a los demás. Te invito a que aproveches todas las oportunidades que tienes cada día.

Hace muy poco he descubierto lo maravilloso que es ser libre en el día a día. Y todo empieza por mirar a Dios y ver como Él actúa. Como Él es libre. Y libremente soñar a lo grande con Él. Y sobre todo soñar de Él. He aprendido a atreverme al poner mis deseos a Dios. Mirarle a su cara de pan y decirle… «Señor, quiero que me llenes más» «Quiero desbordar de tu amor» «Quiero que me sorprendas» «Deseo que mis amistades crezcan, que mi familia crezca y que nos amemos mucho más.» Y ensanchando el corazón para acoger al Señor es lo que más me permite tomar esas pequeñas decisiones del día a día. ¿Me levanto a esta hora o cinco minutos antes? ¿Ordeno esto antes de irme a la uni? ¿Le escribo buenos días a esta persona o va a pensar que soy un pesado?

Dejándome amar por Dios es la mejor manera de amar libremente y de amarme libre.

Cristo a Resucitado y llama a la puerta de tu corazón!!!