Algo tan «simple», como levantarse de la cama, me sorprende muchísimo. Levantarse de la cama, algo tan rutinario, algo que hacemos todos los días… ¡Hay días en los que se nos puede hacer un mundo! Cuántas veces te has despertado por la mañana y has dicho. «Bah, paso. ¿Y si me quedo aquí? Total, no tengo nada que hacer…» O directamente te has despertado un día con tan pocas fuerzas y tan pocas ganas que te has quedado sin más dando vueltas. Otras veces si que te levantas, no tienes fuerzas, ni ganas, pero como con el tiempo has ido adquiriendo el hábito de levantarte todos los días, pues tiras para delante y punto.

Cuántas veces te has acercado a un amigo a preguntarle que tal está y te ha respondido: «Aquí tirando» «Sobreviviendo» «Sin más, que le voy a hacer». Y que tristeza da ver un corazón así. Muchas veces vamos por la vida «tirando» y sin ningún tipo de sentido, simplemente porque es lo que toca. Además, siempre hay malas rachas y las tiene todo el mundo, solo queda esperar a que vengan tiempos mejores. MENUDA ESTUPIDEZ. Vivir así, es vivir sin ningún tipo de esperanza, sin ningún tipo de sentido. Es vivir por que sí. Y ya… No se tú, pero yo no me conformo.

Hace poco un amigo de la universidad, me contaba que llevaba varios meses tirando, que le costaba mucho estudiar, dormir, comer… y que está tirando para delante sin saber por qué. No tenía un sentido para levantarse por las mañanas. Le invité a buscar algo que diera ese sentido. Me dijo que no había nada que le motivara, que no encontraba una motivación. Y le dije algo que me sorprendió hasta a mí mismo. No necesitamos motivaciones, para levantarte por la mañana no necesitas una motivación. Que necesitamos algo más profundo. Necesitamos «algo» que  no cambie de un día para otro. Algo que permanezca siempre. Me contestó que querría poner a Dios como sentido, pero que a Él Dios no le llena. ¿Y que es lo que te llena?

La conversación se alargó mucho y no voy a entrar en más detalles. Pero esta pregunta «¿Qué es lo que te llena?» me pareció fundamental. Finalmente después de escarbar en el corazón llegamos a una conclusión. A mi me llena que me quieran, que me cuiden, que me dediquen tiempo, que busquen mi felicidad… Y a partir de esto se abrieron miles de preguntas, miles de caminos. ¿Dónde soy amado? ¿Quién a mi alrededor me ama? ¿Quién me dedica tiempo de calidad? ¿Cómo me aman? ¿Cómo me amo? ¿Quién busca mi felicidad? Solo con esto, ya encontramos una motivación para levantarnos, buscar la respuesta a estas preguntas… Pero repito, la motivación no es suficiente. Lo que le da sentido a levantarse todas las mañanas es la respuesta a estas preguntas. Y todas estas preguntas tienen la misma respuesta: Dios.

Dios verdaderamente me ama, me cuida, busca mi felicidad y lo hace SIEMPRE. Dios no cambia de un día para otro, Dios permanece, Dios le puede dar un sentido a mi vida. Cuando mi amigo decía «Dios no me llena» realmente decía: «no me siento amado, ni siquiera por Dios». No me siento amado. No siempre estamos capacitados para sentir el amor. Muchas veces ponemos mil barreras, o las circunstancias de nuestra vida no nos dejan ver que somos amados, pero eso no cambia que si que seamos amados. Probablemente alguna vez a eso algo por alguien sin que lo sepa. Has tenido gestos de amor que no se ven a simple vista. ¿Acaso Dios no te puede amar igual? Dios ha tenido miles de gestos contigo mostrándote su amor. Ha enviado a su hijo, te ha puesto a buenos amigos en tu vida, sacerdotes, profesores, familiares… Ha tenido mogollón de gestos de amor contigo. Pero también te ama en la sombra. Te ama sin dejarse ver… Te cuida mucho más de lo que ves! Dios te ama infinitamente.

Vuelvo a lo que decía antes. Yo con una motivación, con tener el hábito de levantarme… No me conformo. Hay un sentido más grande, hay una roca firme en la que crecer. NADA, absolutamente nada cambiará que Dios me ama. Y por que me ama me levanto todos los días. No siempre siento su amor, hay días que estoy incapacitado para sentir su amor. Pero me levanto igual porque tengo una experiencia de su Amor. He tenido un encuentro con Cristo, que me permite afirmar que mi vida 100% tiene un sentido.

Por último, para no alargarme más… Quien busca, encuentra. Para tener un encuentro real con Cristo, hay que salir a su encuentro, hay que salir de uno mismo, de las circunstancias e ir a buscarle a Él. Todas esas dudas que llevas en el corazón, que te dañan, que te quitan la paz… Llévaselas a Él, porque en Él hay respuestas.

Dios también Ama en la sombra, levántate y anda.