Hoy una amiga me contaba que por la mañana ha estado haciendo tareas de la casa y que después de toda la mañana limpiando. En cambio por la tarde tenía clase de pintura. Esto tan «absurdo» me ha acercado mucho a Dios. Viendo como en Él todo cabe. Sobre todo me he dado cuenta de que Dios muchas veces actúa así en nuestras vidas. Mi primero coge la escoba y va purificando nuestro corazón. Va quitando toda la roña que se ha ido acumulando a lo largo de todo ese tiempo que hemos estado sin Él. Dios se pone a desinfectar cada una de las heridas que hay en nuestro corazón y dejarlo todo impoluto. Y llegados a este punto, muchos cristianos se quedan ahí y se conforman. Y poco a poco se vuelve a ensuciar el corazón y vuelven para que Dios lo limpie de nuevo. Sin embargo, cuando está todo limpio, Dios quiere coger el pincel. Quiere empezar a pintar tu vida de otro color. Quiere hacer una obra maravillosa en tu corazón. Quiere hacer en ti, el mejor retrato de Su Grandeza. Quiere que todo el mundo a través de ti, le vean a Él. Como aquel que mira un cuadro y reconoce la habilidad de su autor.

Y no nos engañemos… Dios tiene un trazo singular, irrepetible. Dios deslumbra con sus obras. ¡Y tú puedes ser una de ellas! Deja que Dios coja la escoba y limpie tu corazón, sane tus heridas… Eso es maravilloso… ¡Pero no te quedes ahí! Deja que coja el pincel y pinte tu alma y tu vida. Los jóvenes de hoy viven heridos, tan heridos que se conforman con «estar bien». Y Dios no quiere que estemos bien. Quiere que seamos felices, pero felices de verdad. En cada momento, en cada situación. Que la pintura de su alegría se impregne bien en nuestro corazón. De tal manera que pasemos de ESTAR bien, a SER bien.

No desperdiciemos la Fe. Dejemos que Dios haga lo que tenga que hacer. Limpiar, pues limpiar. Pintar, pues pintar. Esperar para que se seque y se asiente bien la pintura… pues esperar. Dejemos que Dios sea Dios. Dejémosle pasar de la escoba al pincel y que transforme nuestra vida en una obra del pintor de los pintores, del artista entre los artistas.

¡Oh Dios! Tú que eres Bueno y Amable. Envíanos tu Espíritu para hacernos dóciles a tus obras. Que nos dejemos purificar y sanar por ti al igual que lo hicieron los santos. Para después dejarnos transformar por tu amor.

Y a ti, excelsa Madre de Dios, te ruego que me acompañes en todo este camino y que nunca me separe de Jesús. Amén.