Cuántas veces nos ha podido pasar que tras un encuentro precioso con Dios. Al poco tiempo nuestra vida se llena de tentaciones. De un momento a otro pasamos de una experiencia viva y real del amor de Dios y al poco llega la prueba. Aparece el patas y te hace cuestionarte todo. Te hace cuestionarte que eres hijo de Dios y que Dios te ama. Ante esto solemos hacer memoria de las experiencias que hemos vivido, pero esto puede no ser suficiente.
Fijémonos en Jesús: (Mt 3, 17) «Y vino una voz de los cielos que decía: Este es mi hijo amado en quien me complazco» Justo después de esto empieza (Mt 4, 1 – 4) «Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo […] El tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero él contestó: Está escrito: no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Jesús justo de tener una experiencia, viva, «sobrenatural». Justo después, fue tentado. Y su respuesta no es… Hace nada Dios me ha dicho que… sino que contesta con la palabra de Dios. Está escrito que el hombre vive de la palabra de Dios. No hay mejor alimento frente a la tentación que la palabra de Dios. Tenemos experiencia que cuando entramos en dialogo con el patas siempre nos enreda, nos confunde y al final nos arrastra donde el quiere. Pero la palabra de Dios corta esto. A través de la palabra de Dios enfrentamos al patas directamente con Dios. Y el demonio sabe perfectamente que a Dios no le puede contradecir porque su palabra es PERFECTA.
Vivamos alegras, con ánimos, con la mirada puesta en Él. Con la certeza de que somos hijos amados de Dios y que se complace en nosotros. Te invito a que en los momentos de tentación, confusión, desesperanza, incertidumbre… Acudas a la palabra de Dios. La palabra viva que HOY te dirige.
Gloria a Dios!