¿Quién no se ha sentido incomprendido alguna vez? Muchas veces sufrimos en nuestra vida y nos sentimos incomprendidos, que nadie entiende nuestro dolor. Y esto nos hace sentirnos solos. Incluso estando rodeados de gente. Pudiendo incluso pensar que somos unos desafortunados o que estamos mal hechos por como nos sentimos.

Dios nos conoce profundamente y entiende de primera mano este sentimiento y por eso se acerca mucho a nosotros. Dios no es indiferente frente a nuestros sufrimientos sino que viene con nosotros, sufre con nosotros, llora y con sus lagrimas repara nuestro corazón y nos consuela.

Dios envío a su hijo a la Cruz para salvarnos. Y de esta manera también participa de nuestro sufrimiento para acompañarnos, comprendernos y no dejarnos nunca solos. Esto si lo contemplamos de una manera teórica puede dejarnos insatisfechos y por eso Dios pone en nuestra vida personas que reflejan su amor.

Muchas veces es un buen amigo el que nos comprende, nos abraza, se entristece por nuestro dolor y nos anima a seguir a delante. Nos anima a enfrentarnos a los vaivenes de la vida y crecer humanamente y espiritualmente. Aún así Dios no se quiere quedar corto… También nos consuela en la oración, nos llena de paz y fuerzas. Nos da palabra vida que contesta todas nuestras inquietudes. Y por si fuera poco ha creado una institución que demuestra esa cercanía de Dios. Creó la Iglesia, la vida en comunidad y además, tiene hombres preparados para acompañarnos en nuestra vida, los sacerdotes.

Muchas veces me he sentido muy acompañado por amigos en la Fe o por mi familia. Pero hay otras situaciones que son inmensamente preciosas. Conversaciones con sacerdotes, confesiones, en la dirección espiritual… Momentos en los que el sacerdote me comprendía mejor que yo mismo. Momentos en los que podían poner palabras a lo que estaba viviendo e indicarme cuál era el camino de Dios.

Dios te quiere, y no te deja solo NUNCA. Te ama tanto que pone mil caminos para encontrarte con Él. Dios ha querido acompañarnos en nuestra vida hasta el punto de sentirse solo. «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado».

Dios te quiere y te quiere feliz. Búscalo, busca su amor y déjate abrazar por Él. Nadie te va a entender mejor que aquel que a diseñado tu corazón.