Parando a rezar esta mañana me he topado con el salmo 133. Es un salmo muy cortito pero me quedo con el principio y el final. «Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. […] Porque allí manda el Señor la bendición: la vida para siempre». Que palabras tan llenas de belleza y que promesa tan grande nos hace Dios aquí. Miraba este pasaje con muchísima ilusión, con el corazón encendido. Dentro de poco podré disfrutar de unas vacaciones en Fátima y convivir con grandes amigos, con mi fraternidad, con esas personas que Dios a puesto a mi lado con las que me llama a caminar hacia Él. Miro los próximos días con muchísima ternura. Con el paladar preparado para disfrutar de esa dulzura, esa delicia de convivir ellos. Y al mismo tiempo, miro a Dios un poco desafiante. Apasionado como Pedro me atrevo a mirarle, retarle y decirle: «Me acabas de prometer la bendición, la vida para siempre… no te puedes quedar corto eh!?».
Aún así cuando rezo siempre intento no quedarme con lo primero que viene al corazón y busco que más me quiere contar Dios. Y me venía a la mente la cantidad de veces que «conmorimos» con la gente que tenemos al lado. A veces por orgullo, otras por pereza o incluso por miedo… No somos capaces de acercarnos a algunas personas, de pedirles perdón, perdonarlos, escucharlos, abrazarlos… Y me atrevería a decir que esta salmo se puede leer al revés. Donde no hay perdón, donde no hay fraternidad, hay maldición. El alma se muere por dentro, se vuelve sosa, insípida, infructuosa… «Vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda». ¿Quieres ofrecerle a Dios tu vida?¿Quieres entregar al Señor un viaje? Pues entonces primero, reconcíliate con tu hermano, conVive con él. Y por la poca experiencia de Dios tengo la certeza de que entonces así tu vida estará colmada de bendiciones.
Dios nos ama con locura, está deseoso de llenarnos de bendiciones, de sembrar la semilla de felicidad en nuestras vidas. Pero para que esa semilla viva, tiene que haber una tierra fértil, una tierra basada en la unión fraterna. Basada en una sana convivencia con nuestros hermanos.