Cuantas veces vivimos agobiados, estresados o tristes. Vivimos con una sensación de que todo nos ahoga. Como si estuviéramos en un barco hundiéndose. Incluso a veces sentimos que ese barco ya se ha hundido y que ya hemos tocado fondo. Muchas veces esto nos sucede porque hemos perdido el rumbo, hemos perdido la mirada. Cada día Dios pasa por delante de nuestras vidas y nos dice: «Mírame, solo mírame». Y aun así, las malas situaciones que estamos pasando, o los miedos con los que vivimos, nos impiden mirar a Dios.
Dios con su inmensa ternura siempre te cuida, quiere salvarte y sanarte. Dios quiere verte feliz. Y por eso nos suele enviar personas que de una manera u otra nos susurran «Confía». Amigos, familiares, sacerdotes… que de una manera u otra nos devuelven esa mirada a Dios. Esa esperanza de saber que Dios nos cuida y que no nos vamos a perder. Personas que se amarran a tu barco y trasmitiendo todo el amor de Dios que llevan dentro, deciden navegar contigo.
Dios nos cuida y protege. Dios sana y salva. Dios AMA. Solo te dice que le mires, que confíes en Él. A veces esa sensación de ahogo desaparecerá, otras veces no. Pero incluso así, mirando a Dios siempre se tiene la tranquilidad y la Paz de que con Él estamos seguros, que con Él no vamos a naufragar. Vivir con la seguridad de que Dios siempre nos lleva a puerto, sanos y salvos.
Solo mírale.
Gloria A DIOS!