Cada día vivimos más obsesionados en cubrir todos los huecos libres. Siempre tenemos que estar haciendo algo… Tanto que a veces ponemos hasta el descanso como algo completamente programado. Odiamos todas las veces en las que vamos a trabajar, rezar o descansar y no logramos hacer nada de lo que se supone que tenemos que hacer. Cuando vamos a rezar y no sentimos nada, o nos distraemos cada dos por tres. Cuando nos vamos a poner a trabajar y por lo que sea no podemos continuar: falta la parte de un compañero, el ordenador no responde, necesito x cosa que no me permite hacerlo ahora…
Y tristemente esto muchas veces nos pasa con los amigos. A mí personalmente me pasaba mucho. Siempre que quedara con un amigo, tenía que haber un plan, un objetivo, algo que hacer… Era impensable quedar a estar sentados en el sofá charlando o dar una vuelta sin caminar a algún lado en concreto. Tenía la necesidad de que todo lo que hiciera fuera útil. No podía perder el tiempo. Además, Dios me ha creado para servir, no para perder el tiempo ¿No?
Así que Dios me regaló, aburrirme en la oración. Empecé a calentar banco todos los días. Iba ahí le miraba y me dedicaba a perder el tiempo con Él. Me frustraba mucho, hasta que un día entendí que era lo que necesitaba. Muchas veces solo necesitamos que un amigo nos regale su tiempo. Simplemente necesitamos que esté, sin hacer nada. Necesitamos que pierda el tiempo por nosotros. Llegó un momento que descubrí que no era perder el tiempo, era regalar mi tiempo.
Dios en esas oraciones solo quería que le regalara mi tiempo, que me entregara a Él de esa manera. Y con esto me enseñó a entregar mi tiempo a mis amigos y a mi familia, a perder el tiempo con ellos. Dios no nos llama a hacer o deshacer. Dios nos llama a AMAR. Y una manera muy sencilla de expresar el amor es regalando. Regalando sonrisas, experiencias, tiempo… Pero tiempo de calidad. Tiempo «perdido», tiempo que regalas al otro incondicionalmente.
Igual que regalamos por amor a los demás, también es sano amarnos. A veces es necesario que perdamos el tiempo. Que nos dediquemos a nosotros mismos un rato de tiempo perdido. Un paseo, un café, mirar fotos o incluso el techo de nuestro cuarto. A veces mucho tiempo, otras veces 5 minutos para bailar una canción.
Estamos llamados al Amor. A amar a los demás. «Amar al prójimo como a ti mismo». Hay que amar y para amar hay que amarse. Te invito a que hoy o a lo largo de este finde semana pierdas un poco el tiempo. Te invito a parar y respirar. Piérdelo como lo necesites: tumbado, rezando, paseando… Y luego, busca otro hueco para regalarle tiempo a tus amigos. Invítales a dar un paseo, charlar o tomar un café. Quizás hay alguien que necesita saberse amado por ti. Y no te olvides que Dios también quiere saberse amado por ti, pierde tiempo con Él. «El que pierda su vida por Mí, la ganará» «Lo que hacéis con uno de estos, conmigo también lo hacéis»
¡¡Gloria a Dios!!